Remedios Morales

Remedios Morales González, cariñosamente conocida como "Doña Vita", nació el 8 de octubre de 1937 en El Pinar, El Hierro. Siendo la menor de ocho hermanos, su infancia estuvo marcada por el trabajo agrícola y ganadero en un entorno sencillo pero lleno de tradiciones. Aunque su educación formal fue limitada, aprendió el arte del "silbo herreño", una antigua forma de comunicación que preserva con orgullo. Se casó a los 15 años y tuvo dos hijos, lamentando la falta de fotos de su boda y recordando la vida austera de entonces.

Sobre esta entrevista

Remedios Morales

Remedios Morales González, conocida con cariño como "Doña Vita", nació el 8 de octubre de 1937 en la isla de El Hierro, en el pequeño pueblo de El Pinar. Siendo la menor de ocho hermanos, su infancia estuvo marcada por el trabajo duro en la agricultura y la ganadería junto a su familia, una vida sencilla pero rica en tradiciones. A pesar de no tener la oportunidad de estudiar mucho en la escuela, su educación se forjó en los campos y en las montañas, donde aprendió el arte del "silbo herreño" para comunicarse en los tiempos que nos disponían de otros medio para ello, una antigua forma de comunicación que utilizaba junto a su familia. Hoy, es una de las mujeres que lucha por preservar esta tradición única, teniendo el reconocimiento de su contribución al rescate de este lenguaje silbado de la isla.

A los 15 años, se casó, y de ese matrimonio nacieron dos hijos. Sin embargo, Doña Vita siempre ha guardado una tristeza profunda por no tener fotos de su boda; en aquellos tiempos, no contaba con una cámara ni con un vestido de novia. Recuerda con nostalgia cómo era la vida en esos días, cuando la comida principal era pescado con gofio, y la cocina se hacía en un fogón improvisado con tres piedras que sostenían el caldero. Las comodidades modernas eran inexistentes; para bañarse, se utilizaba una palangana, y hasta el papel de baño era un lujo desconocido. Buscando una vida mejor, Doña Vita emigró a Venezuela, donde vivió 14 años. Sin embargo, su amor por El Hierro la llevó de regreso a su isla natal. A lo largo de su vida, trabajó en todo tipo de labores, desde sembrar papas, cebollas, centeno y lentejas, hasta la producción de queso. Fue socia de una quesera, donde llegó a elaborar quesos de hasta 14 kilos, ganándose el reconocimiento del Cabildo por su dedicación y excelencia en este arte.

Hoy, a la edad de 87 años, Doña Vita es un ejemplo de fortaleza y perseverancia. Su historia es la de una mujer trabajadora, que nunca dijo "no" a ningún desafío y que, a pesar de las dificultades, ha mantenido vivo el legado de su tierra y sus tradiciones. Su vida es un testimonio de la resistencia, la humildad y el amor por la cultura que han definido a su generación.

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