Carmela Barrera

Carmela Barrera nació en el pintoresco pueblo de Los Manantiales, en el barrio de Chipude, en el municipio de Vallehermoso, La Gomera. Desde pequeña, aprendió a trabajar duro bajo el cielo soleado de la isla. Sus padres, agricultores de toda la vida, no le permitieron seguir estudiando; la finca necesitaba manos, y Carmela, con apenas unos años de vida, ya era parte esencial de ese esfuerzo familiar.

A los doce años, junto a su hermano, dejó atrás su hogar en busca de nuevas oportunidades en Tenerife. En la gran ciudad, Carmela experimentó una vida muy distinta. Allí aprendió sobre la lucha diaria de los que viven lejos de su tierra, pero siempre guardó en su corazón los recuerdos de los campos gomeros y las montañas de Chipude. Pasaron varios años en Tenerife hasta que el destino la llamó de vuelta a La Gomera, donde conoció al hombre que cambiaría su vida.

Se enamoró y, tras casarse, tuvo la dicha de convertirse en madre. Aunque su vida parecía estable en la isla, las circunstancias cambiaron nuevamente, y decidió regresar a Tenerife. Allí trabajó en diversas fincas agrícolas, donde la tierra siempre la conectaba con sus raíces. Sin embargo, el llamado de La Gomera fue más fuerte cuando la salud de sus padres empezó a declinar. Sin pensarlo dos veces, Carmela volvió a su isla natal para estar cerca de ellos.

De regreso en La Gomera, trabajó en la única empresa conservera de la isla, una fábrica que, aunque hoy ya no existe, fue parte fundamental de la economía local durante años. Fue allí donde Carmela continuó demostrando su carácter fuerte y su inquebrantable espíritu trabajador hasta que se jubiló.

Carmela Barrera es el testimonio de una mujer fuerte y carismática, con una vida marcada por el esfuerzo, la devoción por su familia y su amor incondicional por su tierra. A lo largo de los desafíos que la vida le presentó, Carmela siempre supo mantenerse firme, apostando por sus raíces y demostrando que, a pesar de las tormentas, el espíritu gomero nunca se quiebra.